Otros escritos LO DE FRANK (BOGOTÁ)


Bogotá 23/05/07

“Esto es un delirio” diría Juampi con su voz ronca imitando el delirio de Hernán, mi cama estaba rodeada de ocho mentes. Más que mentes culos, el compartido es así. Desfile de parseros, idas a la panadería, mucho porro. Mi cuarto, el fumadero oficial de la casa. A veces me lo encuentro a Franck armando y platicando. Y si fuera rapero, te escupiría que esto es un loquero, al estilo Carretero.

El troque, el bien pontificado troque. Aquí todos son algo en este mundo. Malabaristas; artesanos de hilo, de piedra, de alpaca; dibujantes; armadores de juegos de ingenio; tarotistas y yo. ¡Jua! Y yo.

El afuera no es nada tranquilo, marchas por el centro, trámites de idas y de vueltas en colectivos por el maldito pasaporte (valor origínala 60 dólares), luego shopping en el mayorista de Bogotá para artesanos revendedores. Pipas y morral me llevé luego de subir y bajar pisos de la galería.

Paseos con el sol de la mañana por parques verdes, donde en el suelo pude ver las provincias y sus capitales en baldosas de piedra con mapas de Colombia. De mi cama observo un atrapasueños, plumas blancas entreveradas con un humo que hacía círculos, mi viento los rompió.

Cómo me recordarán, me pregunto si lo harán. Él lleva dos globos, azul y rojo, cara de chiflado, saca la lengua y tiene un ocho en su remera. Pantalones rayados y botas marrones y unos pelos amarillos parados, cachetes anaranjados y una sonrisa regordeta.

Temprano en mi cama siempre una mano se extiende. Estos personajes de la ficción bogotana te dan la esperanza de la rutina inexistente. Artesanos argentinos colgados hace meses o años entre Venezuela y la bella Colombia, catalanas, franceses, chilenos, brasileños, colombianos, locos de allí y de acá se encuentran acá en lo de Franck.

De tarde, volviendo del cemento del Transmilenio para el lado de la Antigua Candelaria, uno se choca con el Monserrat. Gran cerro, hermosos árboles verdes, por el bajar de las calles bogotanas. Se torna anaranjado, se pierde con el colorido de las casa de aquí. En su cima una Iglesia majestuosamente blanca, un gran Monasterio donde seguramente uno podría notar la grandeza de esta ciudad. Muchas escaleras, poco tiempo y sin cuadrilla, no lo subiré. Pero me hace recordar otras vistas de ciudades, desde un monte, un cerro o acompañado de algún y que otro Cristo, de esos que andan inspeccionando muchas urbes latinoamericanas desde lo alto. Imponiendo el catolicismo en nuestras tierras.

Una despedida con pasaporte nuevo (nacido en Agosto), mate y sonrisas. Anotaciones que se mezclan con historias de baseball y casino. Dar para no recibir. Recibir y no esperar nada a cambio. Momentos de encuentros. Un largo camino hacia la vuelta emprenderé. ¿Qué vuelta? También me preguntaré.

Paro

Marcha sobre las avenidas. Día de lluvia. Largas y anchas calles peatonales cortadas por muchos cascos, escudos y motos, al estilo Avenida de Mayo en un día de movimiento en la city porteña. Pancartas de CGT colombiano, contra el tratado de libre comercio. También mucho estudiante, jóvenes universitarios gritándole a la lucha contra el terrorismo con cánticos como: “Uribe fascista, usted es el terrorista”, “Marchamos aquí por la educación, porque de cultura necesita la Nación”, “Únete el pueblo, únete a luchar, contra las fuerzas paramiliar” (sic). Yo, de trámites.

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